Todas las miradas estarán centradas en
Londres para la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de
2012, un viaje exuberante desde la idílica campiña británica, pasando
por la revolución industrial y que acabará en el mundo contemporáneo
dominado por la cultura popular.
La gala de tres horas creada por el director Danny
Boyle, ganador del Oscar por "Slumdog Millionaire", será vista por unas
60.000 personas en el estadio construido en el este de Londres y contará
con una audiencia mundial de más de 1.000 millones.
A los espectadores se les pedirá que se sumen cantando
canciones y ayuden a crear escenas visuales espectaculares en un
acontecimiento con el que se espera marcar la pauta del mayor
espectáculo deportivo del mundo, en el que competirán 16.000 atletas de
204 países.
Todos compartirán la emoción de la victoria y la decepción de la derrota con 11 millones de visitantes.
Los Juegos también responderán la pregunta que se hacen
los británicos: ¿valieron la pena los siete años de planificación,
construcción y molestias, y una factura de 14.000 millones de dólares
durante una de las peores recesiones del país?
"Es un momento muy, muy tenso pero hasta ahora soy
optimista con cautela", dijo Boris Johnson, alcalde de Londres, la única
ciudad que va a albergar los juegos de verano en tres ocasiones.
"Me preocupa que no tenga suficientes cosas de qué preocuparnos de momento", añadió el alcalde.
No obstante, ha habido baches en el camino.
La cobertura de los medios de comunicación ha estado
dominada en las últimas semanas por la empresa de seguridad G4S y su
reconocimiento de que no podía aportar suficientes agentes para
custodiar los recintos olímpicos, obligando a desplegar a miles de
soldados extra a última hora, pese a tener un contrato multimillonario
con el Gobierno.
Los funcionarios antiterroristas han restado
importancia a la posibilidad de que se produzca un atentado durante los
Juegos y el primer ministro, David Cameron, dijo que la seguridad de las
Olimpíadas era su prioridad.
"Es la mayor operación de seguridad en tiempos de paz
de nuestra historia y no estamos dejando nada librado al azar", dijo.
Londres sufrió ataques suicidas en julio del 2005 en
los que murieron 52 personas, y este año se cumplen 40 años de la
masacre de Múnich 1972 cuando 11 miembros del equipo olímpico israelí
fueron asesinados por milicianos palestinos.
Hasta el momento no se ha accedido a los llamamientos
para un recuerdo oficial de la tragedia en la ceremonia inaugural.
El denso tráfico en el centro de Londres y los retrasos
en el sistema ferroviario también se han sumado a las quejas.
Un desliz diplomático el miércoles, cuando la bandera
de Corea del Sur apareció en un partido de fútbol femenino entre Corea
del Norte y Colombia, conllevó el abandono del campo de las norcoreanas y
retrasó el inicio del encuentro más de una hora.
"Claro que la gente está enojada", dijo el
representante olímpico de Corea del Norte Ung Chang a Reuters. "Si tu
atleta gana un oro y ponen la bandera de otro país ¿qué sucede?",
agregó.
Una serie de escándalos de dopaje también han manchado
la imagen de los días previos a los Juegos, y se ha prohibido la
participación de al menos 11 atletas, mientras que la saltadora griega
Paraskevi Papachristou se convirtió en la primera "víctima de Twitter"
cuando fue excluida por unos comentarios en la red social considerados
racistas.
Todo esto probablemente se olvidará y la atención de
todo el mundo se centrará en la ceremonia inaugural, que comienza a las
2000 GMT y acaba tres horas más tarde.
Aunque Boyle ha instado a los 10.000 voluntarios y
público en los ensayos de esta semana que mantengan el secreto, algunos
elementos ya se han filtrado.
Inspirada en "La tempestad" de William Shakespeare, la
ceremonia comienza con una recreación del gozo bucólico, con campos,
vallas, setos, ovejas, gansos, un caballo percherón, pastores e incluso
un juego de cricket.
El ambiente se oscurece para dar paso a las chimeneas y
el humo de la revolución industrial del siglo XIX y terminará en el
presente con una celebración psicodélica de la cultura pop con
canciones, series de televisión y clásicos del cine y la actuación del
ex Beatle Paul McCartney.
Boyle tiene 27 millones de libras (42 millones de
dólares) de presupuesto, mucho menos de la mitad de lo que se estima se
invirtió en Pekín 2008.
Hay muchos secretos en el aire, como quién encenderá el
pebetero olímpico, aunque el popular futbolista David Beckham y el
príncipe Guillermo han sonado entre posibles relevistas de la antorcha.
La abuela de Guillermo, la reina Isabel II, estará
entre el público, junto a la primera dama estadounidense, Michelle
Obama, y una serie de mandatarios y famosos.
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